La sorpresiva y triste muerte de Rubby Pérez, una figura emblemática del merengue en República Dominicana, ha generado una ola de recuerdos y homenajes. Más allá de su destacada carrera musical, muchos resaltan el profundo amor que sentía por su familia y la huella emocional que dejó en ellos.
Entre los bienes que formaban parte de su patrimonio, ha salido a la luz una lujosa residencia que ahora pasa a manos de sus seres queridos como parte de su legado. Esta propiedad, situada en una zona privilegiada, sobresale por su diseño elegante, espacios amplios, jardines impecables y una arquitectura que combina sobriedad con grandeza. Aunque su valor económico es elevado —alcanzando cifras millonarias según expertos—, para la familia Pérez lo más valioso es el significado emocional que encierra.
En esa casa, Rubby vivió momentos muy especiales con sus hijos, recibió a colegas del medio artístico y disfrutó de la tranquilidad que no siempre encontraba en su carrera. Era su espacio personal, un santuario donde se desconectaba del mundo del espectáculo y simplemente se entregaba a su rol de padre, esposo y amigo.
Personas cercanas al artista aseguran que él tomó previsiones antes de partir, dejando todo organizado para asegurar el bienestar de su familia. Esta propiedad no solo es una herencia física, sino también un testimonio del amor, el esfuerzo y la dedicación con los que Rubby Pérez vivió cada etapa de su existencia.
